En tiempos de emergencia climática, ¿qué importancia tiene la inclusión financiera?
Suecia fue el anfitrión del Día Mundial del Medio Ambiente 2022, el 5 de junio, 50 años después de la Conferencia de Estocolmo en la cual se designó por primera vez esta fecha para movilizar al mundo ante uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo: el cambio climático. El tema de este año, “Una sola Tierra”, nos recuerda que este planeta es el único hogar de la humanidad y que posee recursos finitos que debemos salvaguardar. Mucho ha cambiado desde la Conferencia de Estocolmo de 1972, incluyendo la creciente interconexión de la humanidad. Los últimos dos años han sido un severo recordatorio de que realmente somos "Una sola Tierra": los virus y las guerras no se detienen en las fronteras, como tampoco lo hacen las emisiones de carbono ni los desastres ambientales.
Las personas pobres sufren las crisis climáticas de manera desproporcionada
Las personas pobres de los países en desarrollo contribuyen relativamente poco a las emisiones de carbono, pero sufren desproporcionadamente ante las crisis causadas por el cambio climático, en comparación con las personas de los países ricos. Las economías ricas son responsables de más del 92% del exceso histórico de emisiones globales, y el 1% de las personas más ricas produce hoy más del doble de las emisiones que el 50% más pobre de la humanidad. Pero en este ensayo, nuestro enfoque no se concentra en quién contamina, sino en quién sufre el impacto del cambio climático. De hecho, no podemos limitarnos a mirar el peligro climático en sí mismo, ni sólo sus causas. Tal como lo ha señalado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) , también debemos identificar quiénes se ven afectados y cuáles son los factores que inciden en la vulnerabilidad de las diferentes personas.
Las comunidades de bajos ingresos son ya las más afectadas. El cambio climático se manifiesta en efectos de primer orden, tales como el calor extremo y desastres naturales más frecuentes e intensos relacionados con el clima, los cuales causan muertes, heridas y destrucción de propiedades. Los principales impactos relacionados con el clima, tales como inundaciones, sequías y tormentas, resultan en un número de muertes 15 veces mayor (IPCC 2022) en países altamente vulnerables, en comparación con los países menos vulnerables. Sin embargo los desastres climáticos producen aún más destrucción a través de efectos de segundo y tercer orden, tales como enfermedades, desnutrición, desplazamientos, conflictos y pérdida de medios de vida. Debido a que los países pobres no cuentan con la salud pública, las instituciones y la infraestructura adecuadas para contener los daños, estos efectos de segundo y tercer orden acentúan aún más la brecha que los impactos climáticos tienen sobre los ricos y los pobres.
Las mujeres y las niñas sufren más que los hombres y los niños. Las mujeres representan el 80% de las personas forzosamente desplazadas debido a desastres relacionados con el clima en los países en desarrollo, y es más probable que mueran como resultado de desastres naturales tales como sequías, inundaciones y tormentas (IPCC 2022). Las mujeres y las niñas también experimentan mayores efectos de segundo y tercer orden, incluyendo un mayor riesgo de violencia de género, abandono escolar y matrimonio infantil temprano. Otros grupos marginalizados, incluidos los más jóvenes, los ancianos, las minorías étnicas y religiosas, los pueblos indígenas y los refugiados (IPCC 2022) también se ven acosados por desigualdades similares.
Si bien las personas pobres sufren de manera desproporcionada, son quienes tienen márgenes más pequeños y menor acceso a estrategias de resiliencia que puedan ayudarlos a evitar, absorber y adaptarse a las crisis climáticas. Las pérdidas y los daños se concentran entre las poblaciones vulnerables más pobres, ya que la intersección entre la desigualdad y la pobreza presenta límites significativos para las respuestas de adaptación (IPCC 2022). Además, cualquiera que sea la pérdida, afectará mucho más a las personas pobres y marginadas porque su medio de vida depende de menos activos; su consumo está más cerca de los niveles de subsistencia; no pueden recurrir a ahorros para mitigar los impactos; su salud y educación corren mayor riesgo; y pueden necesitar más tiempo para recuperarse. Las estimaciones de los impactos del cambio climático en los ingresos de las personas pobres indican que, en 92 países en desarrollo, el 40% más pobre de la población experimentó pérdidas 70% mayores que las pérdidas de las personas de riqueza promedio.
Estas crudas inequidades seguramente empeorarán a medida que las vulnerabilidades y desigualdades existentes se deterioren aún más debido a los efectos del cambio climático (IPCC 2022). Por lo tanto, Ninguna iniciativa de desarrollo será sostenible si no tiene en cuenta el impacto del cambio climático en las personas pobres y vulnerables.
En noviembre, las Naciones Unidas convocará a la Conferencia de las Partes (COP) 27 en Egipto. La presencia de la COP en África destacará la necesidad de poner el foco en la adaptación, así como también en la mitigación, y en incluir a las comunidades y países pobres y vulnerables en las discusiones sobre el cambio climático. La conversación no puede tan sólo girar en torno a las personas pobres y vulnerables: debe involucrarlas para garantizar que se aborden sus necesidades. Hacer esto no es solamente lo correcto, sino que es esencial para garantizar un futuro inclusivo y sostenible para todos.
La inclusión financiera puede ayudar a las personas pobres a desarrollar resiliencia ante las crisis climáticas
El enfoque actual del debate sobre el cambio climático se centra (y es comprensible) en los desafíos a nivel macro, con un fuerte énfasis en la mitigación. Cuando se trata de servicios financieros, las discusiones se centran en gran medida en construir un sector financiero ecológicamente responsable y en garantizar la estabilidad financiera durante la transición hacia economías con bajas emisiones de carbono. El año pasado, las Fintechs climáticas atrajeron US$ 1,2 mil millones en inversiones, y están desarrollando soluciones innovadoras en torno a la compensación de carbono, la contabilidad del carbono y el análisis de la cadena de suministro. Todas estas iniciativas son esenciales.
Sin embargo, el desafío del clima no se puede resolver concentrándose en un solo lado de la ecuación. Ya es hora de centrarse también en la adaptación que necesitan las personas pobres y vulnerables, especialmente las mujeres, para utilizar servicios financieros y que estos servicios los ayuden a desarrollar resiliencia y adaptarse a los muchos desafíos y oportunidades que plantea la crisis climática. Cuando se trata de desarrollar resiliencia ante las crisis climáticas a nivel individual y familiar, es esencial considerar el rol de los servicios financieros y la forma en que los compromisos financieros climáticos a nivel macro se pueden traducir en productos y servicios que puedan ayudar a los hogares vulnerables. También es importante garantizar que los esfuerzos para construir un sector financiero ecológicamente responsable no se hagan a expensas de productos financieros inclusivos que pueden ayudar a las personas pobres a desarrollar resiliencia y mejorar sus medios de vida, incluso frente al cambio climático.
El acceso a una gama de servicios financieros genéricos ya está ayudando a desarrollar la resiliencia. Los productos confiables de ahorro y remesas, por ejemplo, no necesitan estar diseñados específicamente para los riesgos climáticos ya sea para ayudar a estabilizar el consumo durante períodos de sequía o para ayudar a acelerar la recuperación después de una crisis climática. Sin embargo, otro tipo de productos pueden tener un mayor impacto si están específicamente diseñados para ciertos riesgos. Los productos de crédito, por ejemplo, pueden ayudar a las personas pobres a invertir en medidas de reducción de riesgos tales como el riego, variedades de semillas más resistentes o la transición hacia nuevos medios de vida y fuentes de ingresos diversificadas. Los seguros ayudan a las personas pobres a manejar las pérdidas y a reconstruir sus vidas y sus medios de vida, y también les ayudan a ser más resilientes ante la próxima crisis. Los pagos de protección social adaptativa de gobiernos y organizaciones humanitarias ayudan a las personas a sobrevivir las consecuencias inmediatas de una crisis climática, especialmente crisis severas y a gran escala que las poblaciones vulnerables no pueden manejar por sí mismas. El siguiente gráfico muestra cómo existen diferentes soluciones financieras adecuadas para diferentes riesgos, de acuerdo a la probabilidad y la severidad.
Existen ya muchos ejemplos de productos financieros que han ayudado a las personas pobres a manejar las crisis climáticas. Durante las inundaciones de enero de 2013 en Mozambique, por ejemplo, las personas en las zonas afectadas utilizaron sus billeteras móviles para recibir transferencias de dinero digital de sus amigos y familiares. Estas transferencias funcionaron a mucha mayor velocidad que las transferencias de la red de seguridad social del gobierno o el apoyo de prestamistas informales.
El dinero móvil permite una red informal de seguros que puede mitigar en forma eficaz el impacto de las crisis tanto a nivel individual como a nivel macro:
Otros ejemplos también ilustran cómo los servicios financieros están ayudando a las personas pobres no sólo a sobrevivir a las crisis climáticas, sino también a dar los primeros pasos hacia una adaptación a más largo plazo. En África y partes de Asia, por ejemplo, más de 4 millones de agricultores reciben préstamos y seguros basados en índices de rendimiento por área a través del proveedor de seguros agrícolas Pula y sus numerosos socios bancarios. El paquete de productos incentiva a los agricultores a cambiar a la utilización de semillas resistentes y los protege en caso de pérdidas relacionadas con el clima. En India, SMV Green Solutions ha ayudado a 1700 conductores de rickshaws (carros) a acceder a préstamos para comprar rickshaws eléctricos. Estos e-rickshaws han mejorado enormemente la salud de los conductores en comparación con los rickshaws con tracción humana; son menos costosos, ya que los conductores no tienen que comprar gasolina; y tienen también emisiones más bajas y por lo tanto un menor impacto ambiental.
Proporcionar herramientas financieras para la resiliencia climática es muy complejo
El ensayo de liderazgo de CGAP sobre resiliencia describió la complejidad inherente al desarrollo de resiliencia ante los riesgos a los que se enfrentan las personas pobres. El riesgo climático es incluso más complejo que otros riesgos comunes, y puede que las estrategias habituales de gestión de riesgos que las personas pobres utilizan no funcionen lo suficientemente bien como para lidiar con los riesgos climáticos. Hay tres aspectos claves que hacen que el cambio climático sea más complejo en un entorno de inclusión financiera.
En primer lugar, las crisis climáticas son en su mayoría covariantes, lo que significa que afectan a muchas personas simultáneamente. Éste no es el caso para la mayoría de los riesgos que las personas pobres tienen que manejar. Debido a ello, las fuentes tradicionales de resiliencia, tales como los servicios financieros informales, no funcionan durante un período de tiempo significativo, ya que muchas personas necesitan recurrir a ellos simultáneamente (es decir, no todos pueden retirar dinero del grupo de ahorro al mismo tiempo). Asimismo, en tiempos de crisis, los proveedores formales de servicios financieros a veces suspenden sus operaciones. La resiliencia de cualquier individuo depende de la resiliencia de otras personas; de acuerdos informales de ahorro y seguros; de proveedores formales de infraestructura, desde agentes a torres de telefonía celular; e incluso de las redes de seguridad del gobierno.
En segundo lugar, el impacto de las crisis climáticas variará significativamente según el tipo de crisis (especialmente si comienza en forma lenta, y no repentinamente) y de acuerdo a las distintas ubicaciones en las que se encuentren las personas afectadas por la crisis. Por ejemplo, aquellos habitantes de ciudades que han sufrido una inundación se enfrentarán a diferentes desafíos y maneras de abordar la respuesta que los residentes rurales que sufren una sequía que amenaza sus cultivos. Así pues, también tendrán necesidad de diferentes instrumentos financieros. Ese no es el caso con otros riesgos tales como incendios, delitos o enfermedades, para los cuales los mecanismos de respuesta tienden a ser similares, y la mayoría de las personas utiliza el mismo conjunto de herramientas financieras para gestionar riesgos.
En tercer lugar, la gestión de las crisis climáticas es más compleja que muchos otros tipos de riesgos para las personas vulnerables, ya que son difíciles de predecir y, a menudo, se manifiestan a través de efectos de segundo y tercer orden. Dado el amplio abanico de resultados impredecibles, es muy difícil determinar cuál respuesta de adaptación será la más efectiva. Para que las personas pobres tengan una auténtica resiliencia ante las crisis del cambio climático, deben también tener el conocimiento, las herramientas y los recursos que les permitan adaptarse a largo plazo. Los patrones tradicionales de medios de vida deben adaptarse a los cambios de temperatura, las variaciones en las precipitaciones, el aumento de la escasez de agua y los continuos cambios en los ecosistemas. La necesidad de dejar atrás los medios de vida tradicionales, o de desplazarse, huyendo de lugares expuestos, afectará, una vez más, la vida de las personas pobres y las personas vulnerables en forma desproporcionada. Desarrollar servicios financieros que apoyen a las personas pobres en esta incierta transición será igualmente complejo.
Desafíos para los proveedores que ofrecen productos financieros sensibles al cambio climático: Datos limitados y costos elevados
Además de todas las complejidades que el riesgo climático conlleva para el desarrollo de la resiliencia, los proveedores de servicios financieros (PSF) se enfrentan a dos desafíos adicionales: datos limitados y la probabilidad de costos muy elevados.
La falta de datos sobre las crisis climáticas y sus impactos hace que sea difícil determinar con precisión el precio de un producto relacionado con el clima, en particular los seguros. Los actuarios de seguros requieren datos históricos confiables sobre la frecuencia y la magnitud de las crisis y sus impactos, pero el cambio climático ha hecho que los datos del pasado resulten inútiles como predictores del futuro. Incluso con datos precisos, es probable que el costo total de un producto financiero que proporcione una cobertura adecuada para las personas pobres ante los riesgos climáticos esté muy por encima de lo que esas personas pueden o están dispuestas a pagar.
Desarrollar productos que el sector privado ofrezca y que sean tanto sostenibles para los proveedores como asequibles para los clientes no será fácil, pero creemos que es posible a través de alianzas público-privadas y la innovación. El ingenio será fundamental porque no bastará con continuar llevando adelante los negocios “como lo hicimos siempre”. Algunos proveedores ya han estado lidiando con estos problemas por años y pueden orientar a otros. Por ejemplo, un número creciente de proveedores de seguros ofrecen seguros basados en índices, como una solución ante el dilema que plantean los datos bajos/costo alto. Los seguros basados en índices ofrecen indemnizaciones previamente especificadas que se basan en un evento desencadenante (tal como escasa o demasiada lluvia) en contraposición a basarse en evidencia directa de pérdidas o daños. Esto solamente requiere datos agregados proporcionados por una estación meteorológica o imágenes satelitales, en lugar de datos sobre un individuo o establecimiento agrícola específico. En otro ejemplo, los proveedores de microfinanzas aprendieron, hace más de una década, cómo desarrollar resiliencia en sus programas de ahorro y préstamo en Bangladesh, un país extremadamente vulnerable al cambio climático. Durante décadas, Bangladesh se ha visto afectado por devastadoras inundaciones, que ocurren ahora cada vez con mayor frecuencia. Las instituciones de microfinanzas (IMF) incluyen respaldos dentro de sus balances para poder otorgar nuevos préstamos a los agricultores, y así ayudarlos a recuperarse más rápido, lo cual a menudo lleva, con el tiempo, al reembolso tanto de los préstamos nuevos como de los anteriores. Sin embargo, tales medidas, serán cada vez más complejas. Es probable que las instituciones financieras favorables a las personas pobres tengan dificultades a medida que la frecuencia e intensidad de los impactos climáticos aumente, y que los costos y los riesgos alcancen niveles sin precedentes.
Para gestionar estos desafíos y ofrecer productos sostenibles a precios asequibles, los proveedores deberán trabajar para reducir el riesgo de varias maneras. A continuación se describen algunos mecanismos para reducir el riesgo y mantener los costos asequibles:
Apoyo de los gobiernos, especialmente a través de alianzas público-privadas (APP): Si bien el sector privado desempeñará un rol importante en el desarrollo de productos financieros, es difícil creer que, incluso con toda la creatividad y la innovación del mundo, se logre un conjunto de productos que cubra las crisis esperadas a causa del cambio climático que afecten a las personas más pobres, a un precio que éstas puedan pagar. Los gobiernos de los países en desarrollo, sin embargo, se enfrentan a fuertes restricciones fiscales y tendrán que encarar una alta demanda de financiamiento público para el cambio climático. Resulta por lo tanto esencial encontrar formas de maximizar el rol del sector privado, al mismo tiempo que se garantiza la asequibilidad para las personas más pobres a través de las APP. Los gobiernos no solamente deberán proporcionar el entorno propicio básico (estabilidad, políticas públicas, regulación, supervisión e infraestructura) necesarios para que el sector privado florezca y desarrolle soluciones innovadora; sino que también será necesario que vayan más allá y ofrezcan subsidios de precios para las personas más pobres, así como también redes de seguridad social para cubrir los riesgos de mayor impacto/menor frecuencia.
Cobertura conjunta de riesgos y diversificación: Dado que el riesgo climático es altamente covariante, la cobertura conjunta de riesgos (por ejemplo, a través del reaseguro) es fundamental. En los acuerdos de cobertura conjunta, un grupo de empresas aseguradoras (que en conjunto cubren una diversidad de geografías, tipos de amenazas, etc.) comparten riesgos. Si un conjunto de aseguradoras cubre colectivamente múltiples países (e incluso regiones) y múltiples tipos de riesgos, el impacto de un desastre climático se comparte entre muchas compañías. Quizás existan maneras en que los servicios financieros digitales puedan permitir conjuntos de cobertura de riesgo más amplios para otros tipos de servicios financieros. La razón por la cual los servicios financieros informales, tales como los grupos de ahorro, funcionan menos para el riesgo climático es precisamente la covarianza del riesgo. Si se pueden crear conjuntos de cobertura de riesgo más amplios con muchos grupos de ahorro (o, por ejemplo, IMF para crédito), se puede reducir el riesgo de que todos los participantes del grupo necesiten acceder a sus ahorros o que muchos clientes de microfinanzas incumplan al mismo tiempo.
Paquetes de productos: Otro mecanismo es ofrecer paquetes de productos que induzcan a los clientes a comprar productos de reducción de riesgo, tales como seguros, que de otro modo no comprarían, al incluirlos en un paquete con otros productos que sí necesitan. Mediante estos paquetes, asimismo, se reduce el riesgo y, por lo tanto, el precio de estos productos. De hecho, la elaboración de paquetes permite la subvención cruzada de productos y un riesgo general reducido, lo cual mejora el nexo global entre riesgo y rentabilidad para el proveedor de servicios financieros. Por ejemplo, los agricultores en Kenia aumentaron significativamente sus ganancias en 2021 y pudieron desarrollar la capacidad para sobrellevar crisis externas gracias al paquete de servicios de Digifarm, que a través de una única plataforma, permite a sus 1,3 millones de agricultores obtener acceso a semillas de mayor calidad; participar en capacitación; conectarse con los compradores; y acceder a préstamos y seguros a la vez.
Algunos de los ejemplos más interesantes que hoy vemos combinan varios de estos mecanismos. Por ejemplo, la Facilidad de Seguros contra Riesgos Catastróficos en el Caribe (CCRIF) es “el primer fondo mundial de agrupación de riesgos catastróficos en el mundo que emite pólizas paramétricas”. La CCRIF (que incluye a 22 gobiernos del Caribe y América Central entre sus miembros) y Guardian General Insurance Limited han desarrollado recientemente un nuevo producto destinado a proteger a las personas pobres ante los riesgos climáticos. Esta Póliza de Protección de Medios de Vida está diseñada para ayudar a proteger los medios de vida de personas vulnerables y de bajos ingresos, tales como pequeños agricultores y pescadores. Cubre el riesgo de clima extremo asociado con el viento y la lluvia en cinco países del Caribe y ofrece pagos de efectivo rápidos (dentro de los 14 días) después de fenómenos climáticos extremos. Guardian General Insurance se beneficia de los datos de riesgo climático que la CCRIF ha acumulado en la región durante los últimos 10 años, así como también de la amplia experiencia del personal de la CCRIF en el desarrollo de soluciones innovadoras de seguros para riesgos climáticos. Éste es un ejemplo de alianza público-privada y cobertura conjunta de riesgos en múltiples países y ante múltiples tipos de amenazas.
Otro ejemplo es Pula, la cual mencionamos anteriormente. Pula es una empresa de tecnología y seguros agrícolas con presencia en más de una docena de países a nivel mundial. Asimismo, combina múltiples estrategias para gestionar el riesgo y hacer que los precios sean asequibles. Pula ofrece, a través de socios bancarios, un paquete de productos que combina préstamos y seguros, y brinda también un seguro basado en índices de rendimiento por área para reducir la necesidad de datos sobre reclamos individuales. Pula también trabaja a través de asociaciones con entidades de financiamiento y gobiernos para brindar sus servicios de manera sostenible. En Kenia, por ejemplo, la mitad de la prima cobrada al agricultor por el servicio de índice de rendimiento por área brindado por Pula está subvencionada por el gobierno. En Zambia, además, Pula ofrece un servicio de seguro en base a un índice meteorológico híbrido y a un índice de rendimiento por área a través del programa gubernamental de apoyo a los insumos de los agricultores (FISP). Actualmente, Pula se está expandiendo desde su base en África hacia Asia y América Latina.
A pesar de estos ejemplos prometedores, muy pocas soluciones han logrado aumentar su escala, y la brecha entre lo que las personas pobres necesitan y lo que se ofrece en términos de servicios financieros es enorme. A nivel mundial, 1 de cada 5 adultos todavía no tiene acceso a una cuenta bancaria u otro servicio financiero formal, y mucho menos a productos diseñados para satisfacer sus necesidades en tiempos de crisis. Se requieren nuevos enfoques, que involucren a un conjunto más amplio de partes interesadas. De lo contrario, continuar haciendo negocios “como lo hicimos siempre” excluirá a las personas pobres en un grado aún mayor y las dejará sin los medios que necesitan para poder hacer frente y adaptarse a los muchos desafíos que el cambio climático les planteará.
La comunidad de inclusión financiera tiene un rol importante que desempeñar para ayudar a las personas pobres a adaptarse a la crisis climática
CGAP se está embarcando en una iniciativa de cuatro años para Fortalecer la Adaptación y la Resiliencia al Cambio Climático a través de los Servicios Financieros. A través de este proyecto, nuestro objetivo es aumentar la eficacia de los servicios financieros que ayudan a las personas vulnerables, especialmente a las mujeres, a adaptarse y desarrollar su resiliencia ante el cambio climático. El pensamiento y la acción colectivos serán fundamentales, y por ello esperamos asociarnos con muchas partes interesadas: ¡usted! — a medida que procuramos apoyar el desarrollo de soluciones creativas para abordar este inmenso desafío.
Como comunidad de inclusión financiera, algunas de las preguntas que debemos responder son:
- ¿Cuáles servicios financieros nuevos o mejorados podrían ayudar a superar las brechas y barreras que existen actualmente, a fin de que las personas pobres puedan desarrollar una adecuada resiliencia frente al cambio climático?
- ¿Cuál es la experiencia de las mujeres en el uso de servicios financieros para la resiliencia climática? ¿En qué se diferencian las necesidades de las mujeres de las de los hombres?
- ¿Cuáles son las principales restricciones para los proveedores al momento de ofrecer servicios financieros sensibles al clima? ¿Cómo se podrían aliviar estas restricciones?
- ¿Cuál es el rol del sector público, en comparación con el sector privado, en la oferta de productos financieros sensibles al cambio climático? ¿Cómo se reconcilian la necesidad de recuperación de costos y la asequibilidad? ¿Cuánto deberían financiar las propias personas pobres, en comparación con los subsidios gubernamentales?
- ¿Qué rol pueden desempeñar las entidades de financiamiento y los actores del desarrollo para garantizar que las personas vulnerables, especialmente las mujeres, puedan acceder y utilizar de manera efectiva los servicios financieros sensibles al clima?
- ¿Qué pueden hacer los reguladores financieros y los elaboradores de políticas para fortalecer la capacidad y los incentivos de los proveedores de servicios financieros, para que ofrezcan servicios financieros sensibles al clima, especialmente a las mujeres?
El IPCC ha dejado en claro (con alerta roja) que el mundo se encuentra en una trayectoria hacia un grado peligroso de cambio climático, y que el impacto será devastador. Para el año 2030, el cambio climático podría empujar a otros 130 millones de personas a la pobreza extrema y podría matar a unos 2,3 millones de personas por año en los países pobres. En comparación con otras crisis inesperadas, tales como el COVID, en el caso del cambio climático, sí sabemos que debemos prever sus impactos, y que sería una tontería no prepararse para enfrentarlos.
Como comunidad enfocada en la inclusión financiera, podemos actuar como catalizadores del desarrollo de nuevas soluciones creativas para impulsar la velocidad, la confiabilidad, la sostenibilidad y la asequibilidad de servicios financieros que ayuden a las personas pobres a desarrollar resiliencia y a adaptarse a un mundo de crisis climáticas. Necesitamos asegurarnos de que las personas pobres sean parte de la transición climática. Esto significa mejorar su resiliencia a los impactos físicos del cambio climático, así como también aumentar su acceso a las habilidades, la tecnología y los mercados necesarios para adaptarse al cambio global de gran alcance. Los servicios financieros son una importante herramienta para facilitar esto.
Si la sociedad deja atrás a las personas no bancarizadas y a las personas con limitado acceso a servicios bancarios, quienes se encuentran entre los más vulnerables ante una crisis climática que no causaron, nuestros esfuerzos por crear un mundo más inclusivo fracasarán. Sin embargo, si utilizamos nuestro ingenio para ampliar las oportunidades de las personas más pobres, entonces nuestros elaboradores de políticas y nuestro sector privado habrán dado un paso positivo para abordar las necesidades sociales crónicas mientras nos enfrentamos al desafío ambiental más urgente del mundo. En el Día Mundial del Medio Ambiente 2022, afirmemos una vez más que, de hecho, tenemos “Una sola Tierra”, y que debemos fortalecer nuestro empeño en crear soluciones al servicio de toda la humanidad.