Colombia: Corresponsales bancarios, un servicio en el que todos ganan
Don Excelino Santoyo, campesino santandereano de pura cepa, dejó su huella en el país en agosto de 2006, cuando se convirtió en el primer microempresario que prestó servicios de corresponsalía bancaria.
Ocurrió en el autoservicio el Danubio Azul, ubicado frente a la plaza principal de Chipatá (que está en el sur del departamento de Santander), un municipio de 5.000 habitantes. Allí fue posible algo impensable, pero que ya funcionaba en otros países: que un pequeño comercio operara como punto de acceso a los servicios de una entidad financiera.
El local de Excelino ya era un puente entre los chipateños y el sistema financiero, puesto que Bancolombia instalaba cada jueves una mesa para atender solicitudes de crédito. Así los lugareños se ahorraban los costos asociados a los 20 minutos de desplazamiento a Vélez, la población más cercana que sí contaba con una oficina del banco. Ese reconocimiento previo le permitió al Danubio Azul dar el paso hacia la corresponsalía bancaria.
Por esta vía empezó a materializarse el sueño fundacional que establecía que el sistema financiero llegaría a todos los rincones de la patria, visualizado desde la creación del primer banco del país, en 1864, el Banco de Londres, México y Sudamérica. Entonces se decretó que esta entidad tendría oficina en los nueve estados soberanos, lo que hoy llamamos departamentos, de los Estados Unidos de Colombia.