Perú: Microfinanzas en contexto 3D (desfavorable, desaceleración y deterioro)
Casi todos los pronósticos de crecimiento de la economía de Perú en 2014, están siendo ajustados a la baja y oscilan entre el 5% y 5,5%, siendo factores determinantes en este proceso la desaceleración de la economía China, el recorte del estímulo monetarios en Estados Unidos (que podría incrementar las tasas de interés y el tipo de cambio), los menores niveles de confianza empresarial, la inestabilidad política y la cercanía de los comicios electorales locales y regionales.
La correlación positiva que hoy existe entre la evolución de los agregados macroeconómicos, las microempresas y las microfinanzas, hacen prever que en el 2014 la tasa de crecimiento de las colocaciones de las instituciones microfinancieras sea muy similar o incluso inferior al 8,3% alcanzado en el 2013.
En este escenario, los mayores saldos de crédito (aplicados sobre un número total de clientes que no sufrirá variaciones significativas) volverán a ser el impulso del crecimiento. En 2013, el saldo de crédito promedio ascendió a 6.987 soles, frente a 6.557 el año anterior (US$ 2.488 y US$ 2.335, respectivamente).
Mayores niveles de morosidad
El incremento de los niveles de morosidad va de la mano con los mayores montos de crédito que en promedio están otorgando las IMFs a sus clientes. Este es un claro indicador de que las microfinanzas han relajado sus procesos de evaluación crediticia y estos podrían estar induciendo al sobreendeudamiento de algunos de sus clientes.
Desafortunadamente, la tendencia al deterioro de la calidad de cartera continuará en el 2014. Las consecuencias de una mala colocación no se ven en forma inmediata; su impacto en la morosidad tiene rezago.
En tal sentido, los efectos del relajo previo en la gestión del riesgo crediticio aún estarían pendientes de revelarse, más aún si ya no se contará con el efecto “colchón” que brindaban las altas tasas de crecimiento del pasado.
Así, no debería extrañarnos que en el 2014, indicadores como los de cartera en riesgo y cartera deteriorada sean cercanos o incluso lleguen a superar el 8% y 11%, respectivamente. Cabe recordar que, en 2013, el nivel de cartera en mora en microfinanzas fue de 5,7% (versus 4,9% en el 2012), cartera en riesgo 7,2% (6,7% en 2012) y cartera deteriorada 10,7% (10% en 2012).
La búsqueda de mejores indicadores de eficiencia operativa parece haber llegado a su punto límite, si es que las IMFs siguen apelando al viejo modelo de “mayor saldo de cartera y mayor número de clientes por analista”.
Más competencia en el mercado
La competencia y aparente saturación de algunos mercados juegan en contra. El reto ahora ya no se encuentra en la base de las pirámides organizacionales (conformada por ese inmenso ejercito de analistas y promotores muchas veces no tan bien valorado), el reto se ubica en la parte más alta, es decir, en la eficiencia del “back office”, de las jefaturas, áreas de control y soporte, gerencias y hasta juntas directivas.
Esto se puede lograr a través de complejos procesos de reingeniería, intensivos en tecnología; pero también a través de fusiones y adquisiciones, las cuales se estima contribuirán a la reducción del número de entidades (y por lo tanto a mejorar la eficiencia operativa) en los siguientes años.
Finalmente, la reducción relativa de los ingresos y utilidades en microfinanzas parece irreversible. Un escenario de incremento en las tasas de interés, a pesar del mayor riesgo crediticio no parece viable, pues los clientes no estarían dispuestos a pagarlas. La frase “la tasa de interés es irrelevante para los clientes, lo que les importa es el acceso y la rapidez del servicio” es parte del pasado. Por supuesto que a los clientes les importa el acceso y la rapidez del servicio, pero de aquella IMF que le ofrece la tasa más baja.
En tal sentido, si los productos de microfinanzas se están “commoditizando” y cada vez se tiene menos influencia sobre las tasas de interés, las IMFs que busquen asegurar su sostenibilidad y mantener márgenes razonables de utilidad deberán apostar por una mayor escala (fusiones y adquisiciones), uso de tecnología para reducir costos operativos, fortalecer las estrategias de mantenimiento de clientes, fidelizar y profesionalizar el recurso humano, buscar recursos financieros de menor costo (mercado de capitales) y no minimizar nunca a la madre de todas las estrategias: la colocación de buenos créditos y el mantenimiento de aceptables niveles de morosidad.
Para leer el informe completo elaborado por COPEME sobre el contexto de las microfinanzas en Perú, haga clic aquí.
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(*) Jorge Meza es Responsable de la Unidad de Asesoría y Capacitación de Microfinanzas de COPEME.