Evaluación de desempeño de las instituciones de microfinanzas en América Latina
Las comunidades académica, empresarial y del tercer sector coinciden acerca del valor que tienen las microfinanzas como herramienta clave para la generación de empleo, riqueza y ascenso social dentro de los sectores sociales históricamente marginados, siendo necesaria la investigación y generación de modelos para la medición de sus reales impactos.
Partiendo de aceptar que el problema de la pobreza es por definición multivariable, ya que implica carencias en las diferentes áreas de bienes y servicios necesarios para el sano desempeño y realización del ser humano (Salud, vivienda, alimentación, educación, justicia, trabajo, vestido, etc), las microfinanzas no constituyen por sí solas “El Mecanismo de Lucha Contra la Pobreza”, ya que éstas atienden, principalmente, el acceso al capital, más no implican necesariamente el abordaje de los temas educativos, sanitarios, habitacionales y de derechos humanos, ausentes en la realidad de la población en estado de pobreza y que deben ser atacados por los Estados con eficientes políticas públicas. Esto no le resta importancia a las microfinanzas, como crucial herramienta en la tarea de lucha contra el principal flagelo del siglo XXI.
Ahora bien, no en todos los casos nos encontramos frente a reales proyectos microfinancieros. El “Buen Nombre” que ha acompañado a la actividad en los últimos 30 años, así como los altos niveles de rentabilidad generados por esta industria, ha incentivado a que algunos actores pretendan emprender en la actividad bajo el manto de la lucha contra la pobreza, pero en algunos casos enfocados en lograr los “Más Altos” niveles de rentabilidad “a cualquier costo” y en otros casos pretendiendo utilizar la actividad con fines políticos proselitistas, sin lograr comprender la evolución sistemática que ha evidenciado este sector en las últimas décadas.
En este sentido, entes multilaretales y agencias de cooperación para el desarrollo, así como universidades, fondos de inversión y organizaciones filantrópicas, se han dado a la tarea de investigar sobre metodologías que permitan medir el alcance de las Instituciones Microfinancieras (IMFs), como medida de su desempeño. Las décadas de años 80 y 90 se caracterizaron por exaltar las evaluaciones cualitativas de impacto en los clientes de las IMFs (Calidad de Vida, Línea de Pobreza, etc) cómo una metodología de medición de desempeño de las instituciones.
Ahora bien, uno de los grandes paradigmas rotos al momento de analizar el desempeño de las Instituciones Microfinancieras (IMFs) a comienzos de la presente década, lo constituyó el comprender que los estudios cualitativos individuales y personalizados de impacto en los clientes podrían ser materialmente imposibles de realizarse por su costo y operatividad, dada la naturaleza y realidad de una actividad de altas escalas de operaciones, en algunos casos superiores a las manejadas por la propia banca formal.
Según el académico e investigador Luis Noel Alfaro Gramajo, catedrático jefe del área de Microfinanzas del INCAE Business School de Costa Rica y Nicaragua y Ph.D de Ohio State University en Economía, cuando evaluamos la variable “Alcance” del desempeño de una IMF debemos entenderla como una variable tridimensional, en función de i) Su Amplitud (Cobertura y número de personas con acceso al servicio); ii) Profundidad: Nivel de Pobreza de las personas con acceso al servicio; y iii) Calidad de los servicios prestados. Por lo que esta definición de evaluación de alcance pasa a trabajar con dimensiones más complejas, pero estadísticamente verificables en un negocio de altos volúmenes de operaciones.
Según Alfaro, para la cuantificación de la dimensión “Amplitud del Alcance” se debe apreciar la Expansión (# de puntos de servicio), # de prestatarios, # de depositantes, así como otros indicadores financieros, tales como Tasa de Apalancamiento, Razón Pasivos/Cartera de Créditos, Razón Depósitos/Cartera de Créditos y Razón Depósitos/Pasivos. Para la dimensión Profundidad del Alcance, señala el catedrático, debemos focalizarnos en el tamaño Promedio de los Préstamos, Tamaño Promedio de los Depósitos, Tamaño Promedio de los Préstamos/PIB Percápita y Tamaño Promedio de los Depósitos/PIB Percápita. Esto debido a que en los niveles de bajos ingresos de la población no se manejan ni altos ni medianos promedios de empréstito y ahorro. En este sentido y para ilustrar este aspecto pondré el siguiente ejemplo: si una institución financiera, supuestamente identificada como IMFs del Perú, manejara créditos promedios superiores a los US$ 10.000, a pesar de ser este monto un monto pequeño para la banca comercial y formal, seguramente estaríamos en presencia de una institución que no se encuentra trabajando ni en los sectores pobres urbanos, ni en la sierra peruana, ni con los agricultores informales de la selva, ya que para 2009, según cifras de MIX MARKET el monto promedio de los microcréditos de la industria microfinanciera consolidada del Perú se encontraba en los US$ 1.165,55.
Para culminar con la posición de Alfaro, al evaluar la dimensión “Calidad del Alcance” es vital apreciar el monto de las Tasas de Intereses Activas Efectivas, Tasas de Recuperaciones, Nivel de Eficiencia, Generación de Ingresos por Otros Servicios, y Mantenimiento del Valor Real del Capital. Por lo anterior, una institución que maneje una cuestionada recuperación de sus créditos, se verá obligada a mantener tasas de interés activas más elevadas que los operadores eficientes en materia de recuperación. Un operador que no expresa de forma clara y directa los costos asociados a un crédito, más allá de incurrir en prácticas que atentan contra los derechos de información de los usuarios, necesariamente perderá su espacio en el mercado. Una institución cuyos gastos de transformación sobrepasen el tamaño de sus carteras, adicionalmente a poner en riesgo su sostenibilidad, evidencian una ineficiente atención a sus clientes.
En consecuencia, el concepto multidimensional de la variable Alcance de una IMF como medida de su desempeño, aportado por Alfaro, constituye una herramienta efectiva y de fácil aplicación al momento de evaluar si una determinada institución, autocalificada como microfinanciera, se encuentra efectivamente atendiendo de forma real, efectiva y eficiente a una población microempresarial, contribuyendo como herramienta de apoyo en la lucha contra la pobreza.
Albi Rodríguez Jaramillo, Especialista en Microfinanzas en Subgrantee de la International Development Law Organization (IDLO)