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Ser mujer rural, reto y orgullo: Son propietarias de menos del 15% de las tierras del mundo pero podrían acabar con el hambre de 45 millones de personas

Más de 10.000 kilómetros separan la aldea asturiana de Ordial de la Barca donde María Ángeles cría sus cerdos y vacas, de la plantación de aguacates de Verónica en el valle chileno de Limarí. Pese a la enorme distancia, las dos emprendedoras rurales tienen experiencias, necesidades y problemáticas comunes. Ambas las han compartido en un acto organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Fundación Microfinanzas BBVA, celebrado en Madrid con motivo del Día Internacional de la mujer rural. 

Las mujeres rurales representan un tercio de la población del planeta y el 43% de la mano de obra agrícola, según ONU Mujeres. Sin embargo, menos del 15% de los propietarios de tierras en todo el mundo son mujeres, tal y como señala Naciones Unidas. Una desigualdad que también se da en el sector primario español que sigue siendo principalmente masculino: La mayor parte de los empresarios rurales son hombres, un 68% frente a un 32% de mujeres (Ministerio de Agricultura y Pesca). 

María Ángeles es una de esas pioneras que ha roto estereotipos y se ha enfrentado a la incredulidad de quienes se acercan a su granja a comprar animales y le preguntan por el dueño: “La dueña soy yo”, dice con orgullo y determinación. Verónica también sufrió la desigualdad en Chile: “Iba a pedir financiación y me decían que como yo era una mujer y no tenía contrato de trabajo no podían darme un crédito”. Pero este y otros obstáculos no hicieron que Verónica abandonara su sueño de emprender. 

Contactó con otras mujeres rurales y juntas formaron el primer banco comunal rural de su zona gracias al apoyo de Fondo Esperanza, entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA. Cada una de las mujeres solicitó un crédito individual y avala a las demás. Después se reúnen periódicamente con una asesora para revisar los pagos, recibir capacitación y fortalecer sus redes de apoyo y su confianza. 

Gracias a esta oportunidad, Veronica es dueña de una plantación de alcachofas y aguacates. Un trabajo que le permite conciliar su vida familiar y profesional. Algo que también tiene en común con María Ángeles, que puso en marcha su propia granja porcina hace más de 20 años para poder autogestionar su tiempo y atender a sus hijos. Las dos reconocen que se han producido avances en la igualdad de género en su sector aunque aún quede mucho camino por recorrer. El informe La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) les da la razón y estima que la igualdad de género en la Agricultura eliminaría el hambre de 45 millones de personas. Un dato que refleja el potencial de las mujeres rurales para impulsar el desarrollo agrícola, la mejora de la seguridad alimentaria y  la erradicación de la pobreza. Sus voces, como ha señalado Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), deben ser escuchadas: “Las mujeres somos la llave para lograr la sostenibilidad del sector agrario y del mundo rural. Se ha de oír nuestra voz participando en igualdad por la justicia social, para la protección ambiental y para el progreso económico.” 

Por su parte, el director de la FMBBVA, Javier M. Flores ha recordado que apoyar a las mujeres rurales es una responsabilidad compartida: “La Fundación atiende a 3 millones de emprendedores en situación de pobreza, de los que 1,7 millones son mujeres. Un tercio de estas mujeres vive en zonas rurales. Muchas de las dificultades que tienen son comunes vivan donde vivan; no son exclusivas de América Latina. Y por eso, hoy buscamos soluciones compartidas y reconocer y fortalecer al mismo tiempo, su papel en la construcción de sociedades más prósperas, resilientes y sostenibles. Seguiremos trabajando para brindarles mejores oportunidades, no solo con servicios financieros, sino también con formación y asesoramiento que refuercen su empoderamiento económico y social”. 

En este sentido, Soraya Villarroya, coordinadora de la Oficina Permanente para Europa del IICA, ha resaltado el importante rol de las mujeres rurales para impulsar un desarrollo sostenible e inclusivo: «Las mujeres rurales son agentes transformadores que están presentes e inciden en lograr sistemas agroalimentarios inclusivos y sostenibles. Desde IICA, creemos que es fundamental unir esfuerzos y apoyar a nuestros estados miembros en la reducción de estas brechas de género y en la visibilización y reconocimiento de sus aportes». 

Por último, expertos de organizaciones del sector público y privado han compartido iniciativas para afrontar algunos de los retos y dificultades comunes de las mujeres rurales como el cierre de las brechas financiera, digital y económica, el desempleo rural, la falta de oportunidades y de conectividad.