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Chile: La inclusión financiera es tarea de todos

Durante años los grandes comercios no aceptaban que sus clientes pagaran con tarjetas de crédito bancarias, no sólo en Chile sino que en el mundo desarrollado también. Lo hacían para privilegiar el uso de las tarjetas que ellos mismos emitían. Dado que en estos comercios se concentra un alto porcentaje del consumo, su conducta hacía poco atractiva la tenencia de tarjetas para los consumidores y, por tanto, tampoco era interesante para los comercios de menor tamaño. Esta interdependencia es la que define a los mercados de dos lados: entre más tarjetahabientes haya, más comercios querrán recibir tarjetas y a su vez más atractivo es poseer una. Así, los consumidores estaban obligados a afiliarse a la tarjeta del propio comercio si es que requerían crédito para la compra y los comercios de menor tamaño no tenían cómo competir al no tener escala suficiente para implementar sistemas de crédito, y no tenían cómo evitar los costos de personal y de seguridad que involucra el uso de tanto efectivo.

Algunos grandes comercios comenzaron a aceptar pago con tarjeta de crédito bancaria sólo cuando consiguieron enormes descuentos en sus MDR (tarifa que paga el comercio a su adquirente). Es decir, usaron todo su poder de mercado para obtener condiciones más favorables que las de sus competidores de menor tamaño que terminaron subsidiándolos.