Mujer, emprendedora y latinoamericana: Aspirar a más y no conformarse con menos

Hay cifras ante las que es difícil poner en duda la contribución de las mujeres al crecimiento y al bienestar de la sociedad. Como las que señala el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), uno de los principales estudios de emprendimiento, que calcula que en 2016, 163 millones de mujeres estaban empezando un negocio y 111 millones ya estaban al frente de uno.

Sobre todo, cuando ellas reinvierten hasta el 90% de lo que ganan en su hogar: en salud, alimentación y educación, como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Sin embargo, a menudo la necesidad es la que les empuja a emprender. Según el GEM, las mujeres son un 20% más propensas que los hombres a empezar un negocio por falta de alternativas. En concreto, en América Latina, la OCDE advierte que el tipo de emprendimientos que desarrollan responde a la cantidad desproporcionada de tiempo que dedican a las tareas domésticas y de cuidado, a un nivel de educación bajo y a la falta de capital y confianza en sí mismas.

Por eso, la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) ofrece a estas emprendedoras ‒muchas, cabeza de familia‒ productos y servicios financieros a través de seis entidades en cinco países (Colombia, Perú, Chile, República Dominicana y Panamá) para que salgan adelante. La Fundación atiende ya a 1,2 millones de mujeres, que representan el 60% de los más de 2 millones de emprendedores a los que apoya. De ellas, casi el 29% vive en entorno rural y el 40% tiene educación primaria como máximo.

"Según el GEM, las mujeres son un 20% más propensas que los hombres a empezar un negocio por falta de alternativas".

En estas circunstancias, la Fundación promueve su empoderamiento no solo con crédito y cuentas de ahorro, sino también con educación financiera y capacitación técnica para que puedan progresar, tomar las mejores decisiones con sus finanzas y ser más independientes.

En Perú, donde el 66% de las mujeres ni siquiera tiene una cuenta bancaria, la Fundación cuenta con Palabra de Mujer, un producto de crédito grupal para las emprendedoras rurales, que por vivir lejos e incluso a veces aisladas, viven en condiciones más vulnerables. Rut Pelaiza, asesora de este programa, ha contado su experiencia en Naciones Unidas, en un acto organizado por la FMBBVA durante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), que se celebra todos los años en el mes de marzo, el “mes de la mujer”.

Allí, ante los mayores expertos en este ámbito, relató cómo con unas muñecas de trapo explica a otras mujeres lo importante que es ahorrar en una entidad regulada y no depender de nadie, porque a menudo, y como a la propia Rut le pasó, tienen que sacar adelante a sus familias solas: “Mi trabajo es ayudar a mujeres que, como yo, tienen que superar muchos obstáculos para ser independientes”.

“Mi trabajo es ayudar a mujeres que, como yo, tienen que superar muchos obstáculos para ser independientes”.

Rut Pelaiza, asesora de crédito de la Fundación Microfinanzas BBVA.

Una realidad que no es ajena a otros países de América Latina como Colombia, donde Sandra Mendoza, productora de café y ganadera, ha conseguido convertirse en presidenta del Comité de Cafeteros de su comunidad y busca acabar con las barreras de su entorno, en el que todavía el machismo está muy arraigado. “Aún hay mujeres que tienen que pedirle permiso al marido para ir a comprar. El mío nunca apoyó mis sueños y mi relación terminó rompiéndose”, asegura. Sandra, a la que atiende la Fundación, estuvo junto a Rut en Nueva York para inspirar a mujeres de todo el mundo a aspirar a más y a no conformarse con menos en una visita, que como ella misma afirma, “queda para la historia”.