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Uruguay saltó 9 puestos en el ranking general del Microscopio

¿Cómo pudo este pequeño país sudamericano lograr el entorno propicio para la inclusión financiera?
Ganado en campo uruguayo. Crédito de foto: Eduardo Amorin, 2016 (Flicrk).

En el ranking del Microscopio Global 2018, de países cuyos entornos institucionales y de políticas apoyan la inclusión financiera, hay un recién llegado en la lista de los cinco primeros: Uruguay aparece ocupando el tercer puesto del ranking general. Hace apenas unos años, en 2014, Uruguay languidecía en el decimocuarto lugar.

Cambios, tanto en Uruguay como en el propio Microscopio, explican este rápido salto. Uruguay viene enérgicamente implementando una estrategia de inclusión financiera que parece haber sido tomada directamente del mayor enfoque del Microscopio 2018, la transformación digital. Dado que algunos de mis lugares favoritos del mundo y algunas de mis personas favoritas son de Uruguay, me complace tener la oportunidad de destacar a este pequeño país que, últimamente, parece estar haciendo las cosas bien.

El avance de Uruguay en la inclusión financiera es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando la estratégica dirigida por el gobierno está en sintonía con las capacidades locales. El gobierno dio un paso importante en 2014 cuando su nueva Ley de Inclusión Financiera promovió fuertemente un cambio en la economía y apuntó a los pagos digitales. Entre las disposiciones -demasiado numerosas para enumerarlas todas en este blog-, se destacan dos medidas de transformación: primero, la ley exige que los empleadores paguen los salarios electrónicamente en cuentas (algo que debería cumplirse para mediados de 2017). Incluso aquellos que trabajan en ranchos ganaderos reciben su pago de esa manera, o al menos, eso era lo que se buscaba.

En segundo lugar, la ley incentiva el uso de tarjetas de débito y crédito a través de una reducción del 2% en el IVA (impuesto a las ventas) para compras con tarjeta. Con esos cambios implementados, el empleado uruguayo promedio ahora recibe dinero en una cuenta y tiene una buena razón para pagar con una tarjeta asociada a esa cuenta. Estos cambios colocan a los uruguayos en un buen camino hacia una economía con poco dinero en efectivo en circulación.

"El avance de Uruguay en la inclusión financiera es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando la estratégica dirigida por el gobierno está en sintonía con las capacidades locales".

Sin embargo, estas medidas no son bien recibidas por todos. "Estoy cansado de estas cosas de inclusión financiera", se quejó mi amigo Mark. "Ya no puedo comprar gasolina por la noche. Las estaciones de servicio no aceptan efectivo".

"¿Por qué no usas tu tarjeta de crédito?”, le pregunté.

"No confío en las estaciones de servicio, así que no les voy a entregar mi tarjeta de crédito", respondió. En lugar de adoptar el cambio, simplemente dejó de comprar gasolina por la noche.

Incluso conseguir dinero en efectivo puede ser un problema. Se han registrado tantos robos a cajeros automáticos que los bancos colocan menos efectivo en ellos. "Tienes que ir al cajero automático justo después de que lo hayan llenado", dice.

Pero no todos los uruguayos son tan obstinados con el dinero en efectivo como Mark. De hecho, según el Global Findex, la propiedad de cuentas entre los adultos aumentó del 24% en 2011 a 64% en 2017, y el porcentaje de personas que realizan o reciben pagos electrónicos aumentó del 37% en 2014 al 59% en 2017.

La capacidad de Uruguay para dar estos fuertes saltos se basa en una serie de condiciones pre-existentes que habilitan y hacen que los cambios de políticas se puedan procesar. El país ya contaba con tarjetas de identificación generalizadas, bureau de créditos que funcionan y conectividad de celular extendida. En un sentido, el impulso de la inclusión financiera digital se puede ver como parte de una iniciativa digital más grande que abarca desde las comunicaciones hasta la educación y las finanzas. Y en el sector privado, el cambio es posible gracias a un mercado tecnológico creciente, con empresas de software y de tecnología avanzada, alguna de las cuales se han organizado en la Cámara de Fintech para dialogar con el gobierno. El gobierno fomenta la innovación a través de métodos de prueba y aprendizaje para la regulación, y al evitar colocar barreras en los tipos de organizaciones que pueden ingresar al ámbito de las finanzas digitales.

El enfoque uruguayo para la inclusión financiera se centra en eliminar el dinero en efectivo del sistema, quizás más que en extender los servicios financieros a los excluidos. En las calificaciones del Microscopio, los puntajes más bajos de Uruguay son en protección al consumidor, y los resultados del Findex revelan una brecha bastante significativa en la inclusión financiera de personas de bajos ingresos, así como una brecha rural-urbana. La mayoría de los empleados de la finca de Mark sacan de inmediato sus salarios de sus cuentas, para usar el efectivo en las tiendas locales, por lo que la inclusión financiera aún no se ha convertido en algo significativo para ellos.

La experiencia de Uruguay recalca la necesidad de que el entorno político se combine con las oportunidades existentes en el sector privado. Si la política se aleja demasiado del sector privado, incluso la política más previsora ​​puede provocar poca respuesta de los proveedores de servicios. Pero como argumentó Chris Skinner en uno de los 10 ensayos con motivo de los 10 años de CFI sobre cómo lograr una inclusión correcta (en inglés), cuando la política proporciona un empuje bien concebido que armoniza con las condiciones existentes en el mercado, es posible lograr un cambio rápido. Felicitaciones a Uruguay por lograr un entorno propicio y al Microscopio por documentar el progreso.

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